Maria José Martínez Albarracín en Covid-20

La mayoría de las personas creen que una prueba PCR es como un test de embarazo. Una simple prueba A/B que si da positivo es que “hay virus” y si da negativo es que no lo hay y puedes dormir tranquilo. O al menos así ha sido hasta hace pocos días, cuando en la propia televisión española se ha cuestionado la utilidad de dichas pruebas… ¡después de más de dos años sin dar voz a los profesionales que lo han hecho desde el principio!

Personas como la Dra. María José Martínez Albarracín, que han tenido el valor de expresarse por el bien común soportando la difamación y el ataque público, especialmente a través de los llamados fact-checkers, las hiperactivas agencias que se presentan como “verificadores independientes” aunque en realidad no son más que otro tentáculo de los grandes consorcios que controlan los medios masivos de televisión y prensa.

En su “Estudio de las pruebas analíticas para la detección del SARS-Cov-2”, publicado originalmente en octubre de 2020 e incluido en una versión bastante más actualizada en el volúmen I de Covid-20: una radiografía del Covid-19 y una ventana hacia el nuevo paradigma, la doctora nos desgrana los “misterios” que hacen de estas pruebas una de las puntas de lanza de la crítica al discurso oficial sobre el coronavirus que todos conocemos.  El artículo compila gran cantidad de información y nos ayuda a entender porqué las PCR son pruebas fácilmente manipulables y sobre todo insuficientes para establecer por sí mismas diagnósticos clínicos, tal y como afirmó su descubridor Kary Mullis (premio Nobel de de química) en los años 90 del siglo pasado.

Por un lado, la definición de la PCR (reacción en cadena de la polimerasa en español) y su propio diseño ya nos dan una idea de la complejidad y dificultad que entrañan, pues la amplificación por replicación sucesiva del ADN necesita de varios elementos como reactivos, cebadores y amplificaciones que actúan como un conjunto de variables que hacen muy complejo el calibrar correctamente la sensibilidad de la prueba, lo cual no se hizo en ninguno de los modelos de PCR para SARS-CoV-2, aprobados en todos los casos por procedimientos de emergencia. Según los procedimientos normales en la investigación médica, toda prueba de detección viral se debe calibrar contrastando sus resultados con cultivos virales a partir de las muestras empleadas, método que se cuestiona en otra de las aportaciones de este libro (Cowan y Fallon) pero que en definitiva es la única prueba que teóricamente y desde los parámetros convencionales puede demostrar “infecciosidad”. Los escasos y dispersos estudios que se han publicado contrastando positividad de PCR con positividad de cultivo viral, coinciden en que cuando la amplificación detectable excede cierta cantidad de ciclos (variable según el estudio pero siempre bastante menor a los que se han estado aplicando de forma habitual en todos los países) no es posible hacer un cultivo viral positivo.

Capítulo aparte merece el tema de la especificidad. La PCR de referencia para la detección del SARS-CoV-2 pertenece a un diseño del dr. Christian Drosten, publicado en una fecha tan asombrosamente temprana como enero de 2020 y, lo que es más sorprendente, en menos de 24 horas tras la recepción del mismo por la revista Eurosurvillance y por tanto sin una posible revisión adecuada, como denuncia el informe Borger citado en el artículo.  Se basa en una secuencia genética obtenida sin fuentes físicas del propio virus, a partir de datos de bancos genómicos que en ningún caso proceden de virus aislados, sino de muestras de mucosas respiratorias de personas enfermas, en las cuales abunda la expresión de virus ARN endógenos (o exosomas según se les denomine). Esto significa que la descripción y narrativa que hemos sido presionados a creer acerca del SARS-CoV-2 carece de la menor demostración empírica real. Analizando más al detalle el protocolo Drosten, la doctora Albarracín concluye que puede detectar ARN común a coronavirus endógenos como el NL63.

El artículo en cuestión, de una cierta complejidad por el lenguaje técnico empleado, deja claro a través de múltiples ejemplos que la cantidad de “PCR positivos” no mantiene ninguna correlación con el número de muertes (verdadero marcador de una pandemia) en las semanas siguientes, y la causa es precisamente que las PCR que se utilizan no sirven para medir los verdaderos contagios del SARS-CoV-2, si es que estos existen realmente, ni para diagnosticar ninguna enfermedad.

La rápida aprobación de esta tecnología para su uso de emergencia hace que no se haya sometido a adecuados controles de calidad, igual que ocurre con los otros tests de antígenos y de anticuerpos, lo cual no deja de ser asombroso dado que todos ellos se han utilizado para la privación sistemática de derechos fundamentales básicos a millones de personas en todo el mundo.

Por lo tanto, la idea falsamente propagada por los medios de comunicación y mantenida por las instituciones sanitarias de que un positivo PCR es un contagiado de SARS-CoV-2 no es cierta ya que la prueba presenta las siguientes deficiencias que no podemos ni debemos obviar:

  1. No aportan información útil desde un punto de vista epidemiológico.
  2. No son específicas para SARS-CoV-2.
  3. Son demasiado sensibles.
  4. No se puede determinar la relación entre infecciosidad y postividad al test.
  5. No son aptas para diagnóstico clínico.
  6. En todas las PCR comerciales se han estado utilizando entre 40 y 45 ciclos de ampliación, lo que supone una aberración analítica.
  7. No hay homogeneidad en su uso entre estados, o ni siquiera entre regiones como en el caso español.
  8. No existen estándares ni controles de calidad apropiados.

Como ejemplo paradigmático de lo aquí expuesto, la doctora Albarracín cita, entre otros, el estudio que se llevó a cabo en el verano de 2020 en Wuhan, donde 300 positivos “asintómaticos” fueron sometidos a pruebas de cultivo viral, y el 100% dio resultado negativo.  La PCR como herramienta de diagnóstico, uno de los pilares más importantes del relato pandémico global, se hunde una y otra vez bajo el peso de la evidencia.

Un año y medio después, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas reconoce en Televisión Española varias de las conclusiones que la Dra. Albarracín refleja en su artículo.

Cabe destacar que, apenas un año después de la primera publicación de este artículo, nada menos que The Lancet Respiratory Medicine publicó la versión Preprint de un artículo que corrobora muchas de las conclusiones de la doctora y de otros investigadores que durante todo este tiempo han sido tildadas de “afirmaciones negacionistas”. Después de todo el daño hecho, sólo ahora el discurso oficial globalizado comienza a reconocer muchas de ellas; la prensa de Dinamarca ha llegado a pedir perdón por haber alarmado injustificadamente a sus ciudadanos con los datos de “contagios” e “ingresados y muertos con coronavirus”, y la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas se ha expresado a través de la televisión española reconociendo que las PCR no indican infecciosidad y pidiendo el cambio de protocolos para acabar con los importantes problemas derivados de la congestión sanitaria y la demora en operaciones e intervenciones médicas por causa de los positivos en la PCR.

Desde la editorial Cauac agradecemos a la Dra. Albarracín su implicación con la búsqueda de verdad desde el principio, su apertura y disposición a aportar y colaborar siempre con otros profesionales y el coraje de exponerse ante la presión pública.

La Dra. Martínez Albarracín estudió Medicina en la Universidad de Murcia. Es catedrática de Procesos Diagnósticos Clínicos y ha sido profesora durante muchos años de Bioquímica, Inmunología y Técnicas Instrumentales de Laboratorio.

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Un comentario

  1. Excelente tema. Muchas gracias por aclarar científicamente la inexistente efectividad de una Prueba de PCR que nada más existe para confundir más a las personas y concluyendo que no sirve para Diagnosticar NADA. Sino que solo sirve para DETECTAR MATERIAL ORGÁNICO EXISTENTE EN UNA PRUEBA REALIZADA A UN SER VIVO. Por esta razón da positivo por igual a una papaya, a una cabra o a un ser humano. Gracias por sentar las bases para abrir los ojos de una vez por todas y cualquier colaboración estoy a sus órdenes desde México. Siempre por la verdad a nuestra querida y amada ciencia MÉDICA y al sistema de Salud que se merecen nuestros queridos CONSULTANTES. Por ellos… LLEVANOS LA VERDAD CON LA FRENTE EN ALTO.

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